viernes, 5 de noviembre de 2010

Ejercicio de Caracterización

Hannah Schmitz



Su fulgurante cabello rubio que enmarca unos rasgos delicados y con cierto dejo de maternalidad, resaltaban al primer vistazo. Su cuerpo, aunque ajado por el paso de los años, conserva la vitalidad de antaño y le confiere un leve aire de elocuencia que da la sensación de no pertenecer al entorno por el que se mueve. Apartada de ese mundo con el que ha zanjado una brecha que la protege de la hostilidad presente en el ambiente y en las caras de pocos amigos de los pasajeros del tranvía, tal vez se ha empapado más de lo que hubiese querido del mal humor que la rodea.
La rutina inquebrantable que la envuelve ha trastocado su optimismo y ha apesadumbrado su corazón. Pasa los días esperando el anochecer desde la aurora, cumpliendo abnegadamente su labor.
Una inesperada presencia irrumpe de repente en su monotonía y confiere a su resignación de un poco de pasión. Ahora sus días se adornan de fantasías recreadas por Homero e historias de vasallos y doncellas que superan las barreras del amor. Se entrega a la ilusión de haber encontrado un escape a su sinrazón, a pesar de saber que un doloroso final la aguarda, pues sabe que sus actos carecen de aprobación.
Una dura decisión le aguarda: renunciar al amor y regresar a su amarga rutina o desafiar al destino permitiéndose soñar, corriendo el riesgo de dilapidar todo cuanto la sujetaba a su ajeno mundo material.
Cobardemente elige la más “sencilla” opción, sin saber que en realidad será una carga en su corazón por el resto de su terrenal vagar.

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